domingo, 28 de octubre de 2012

De lo que escribe, escribo



Justicia
Gerardo Laveaga
Alfaguara
334 páginas


Justicia no es una novela convencional. Porque el título desconcierta y tiene en si un peso propio. Porque nos la entrega un hombre que además de su faceta como escritor, es un académico y un servidor público. Por eso y muchas cosas más,  Justicia inquieta e intriga.

Estamos ante una novela caótica, poco ortodoxa  que exige la lectura atenta, meticulosa para ir desentrañando las vetas narrativas: los hechos tomados del acontecer diario que se convierten en imagenes literarias que desencadenan las más inesperadas  historias.

En un ambiente ficticio de tanta desbordada realidad, Gerardo Laveaga guía al lector en una Ciudad de México poblada con seres tan diversos como los que andan por las calles y oficinas, institutos, hogares. Estudiantes y ministros de la corte, taxistas, amas de casa se dan cita en esta construcción literaria.

Historias que se mezclan y entrecruzan. Con sorprendente velocidad  pasa de la intriga política a la trama policiaca sin por ello dejar de  indagar en las motivaciones de los personajes.

Gerado Laveaga, el narrador, es implacable. En su texto, vuelve evidente lo contradictorio de los sueños ante la inamovible sucesión de los hechos. Confronta la teoría con la práctica. Abre la posibilidad de la reflexión en torno a los supuestos que cohesionan a la sociedad sin negar la referencia de lo que a diario se observa.
 

No se trata de un simple y doctrinario pesimismo. No. Lo que Gerardo Laveaga  presenta en su Justicia es un testimonio de los días que se viven, un intento por capturar la realidad, por más increíble y descarnada que esta sea.

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