De la comunicación
Las clásicas (por antiguas, básicas,
referenciales) teorías de la comunicación nos enseñaron la necesidad de tres elementos: emisor-mensaje-receptor.
Estos, con algunas más características definitorias (lenguaje, canal de
transmisión), dominaron (do-minan) todos los análisis al respecto.
Las redes sociales y su hábitat (La Red,
mayúscula por totalizadora), permiten una comunicación distinta que, a los
amantes de los clasicismos, nos resulta desconcertante.
Atendiendo a una nueva-contemporánea racionalidad
comunicante y a la inclusión de sus recientes elementos no nos queda sino
replantearnos los presupuestos en torno a la comunicación (y a otras tantas
cuestiones).
Por ejemplo. La geometría peparatoriana (nivel máximo de especialización matemática a que accedimos quienes nos inclinamos por las humanidades) nos aportó elementos con los cuales el espacio era en relación con sus límites. Los límites no sólo ceñían al espacio, lo definían: el espacio es de sus límites hacia acá. La poca (quizá “esquiva” sea un mejor adjetivo) facilidad para fijar los límites del llamado espacio virtual vienen a complicarlo todo. De ahí la dificultad de tomar prestados conceptos que luego no permiten entender a cabalidad.
La comunicación a través de redes sociales es
otra. La comunicación se da entre el emisor y el espacio. Si hay receptores, la
comunicación se replica. La unidad básica de la comunicación, repito, se da entre
emisor y espacio, porque el espacio virtual es espacio vital.
Por volver a las analogías con el pasado. La comunicación en la virtualidad es un grito (que son ruidos, que son palabras
apenas inteligibles, que son fonogramas a duras penas comprensibles) de
solitarios.
La soledad es un rasgo que la comunicación no rompe en nuestros días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario