domingo, 11 de noviembre de 2012

Apuntes hacia ningún sitio




Qué es la violencia. Cuáles son sus límites. De qué modo nos afecta –si es que realmente nos afecta.  
Violencia es en sí una palabra escandalosa, con sonoridad de quiebre. Pronunciar violencia es rasgar, romper, quebrar el aire de las palabras.
El diccionario de la lengua española  (RAE) da cuatro acepciones.
violencia.
(Del lat. violentĭa).
1. f. Cualidad de violento.
2. f. Acción y efecto de violentar o violentarse.
3. f. Acción violenta o contra el natural modo de proceder.
4. f. Acción de violar a una mujer.

Todas ellas confusas, vacías, demasiado amplias.  En cambio para el adjetivo violento se anotan ocho acepciones.

violento, ta.
(Del lat. violentus).
1. adj. Que está fuera de su natural estado, situación o modo.
2. adj. Que obra con ímpetu y fuerza.
3. adj. Que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias.
4. adj. Que se hace contra el gusto de uno mismo, por ciertos respetos y consideraciones.
5. adj. Se dice del genio arrebatado e impetuoso y que se deja llevar fácilmente de la ira.
6. adj. Dicho del sentido o interpretación que se da a lo dicho o escrito: Falso, torcido, fuera de lo natural.
7. adj. Que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia.
8. adj. Se dice de la situación embarazosa en que se halla alguien

De las cuales se desprenden características puntuales: estar fuera de un estado, obrar con fuerza, ir en contra del gusto. Remarco la última cualidad por implicar cierta visión estética, haciendo hincapié en que hablamos del gusto de sí, como toda subjetividad estética. Escribir subjetividad estética es hiperbólico.

He pensado en la violencia como actitud estética puesto que ahora abundan (pululan, sin exagerar) las estéticas de la violencia. Cosa nada nueva. Desde el inicio de las representaciones gráficas y orales, la violencia ha matizado la realidad representada. Lo nuevo es, en algunos de los casos, la morbosa disposición a exaltarla.

Si por estética de la violencia se entiende la ferocidad adjetivante de lo cruel, el intento es inútil. Es, la búsqueda de un título grandilocuente a la perversa y limitada imaginación y potencialidad de quien crea.

Una verdadera estética de la violencia debería (sin pontificar) revalorar la complejidad de las realidades humanas en la cotidianeidad proponiendo valores que permitan entender y delimitar aquello que de estético pueda tener la violencia.

Ahora que escribo, me doy cuenta la poesía (contrario a lo que se piense) está fuera de estas corrientes. La poesía es el territorio del yo y la violencia se entiende como una acción contra los otros. Escribirla con esta pretensión seria dejar de hacer poesía (lo que sucede en muchos de los casos). Acaso, se pueda aspirar a construir una poesía sádica, pero no estructuralmente violenta.

La violencia como actitud estética tramposamente se realiza en los otros.


Si la violencia ya no es capaz de trastocarnos, de descolocarnos de nuestro status de comodidad, es necesario replantear nuestra situación frente a ella.
Algunos dirán que la palabra se desgasta, deja de significar. En el caso de violencia, me parece que es legítimo pensar que las moralidades se transforman. Y pensar de nuevo la moralidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario