Todo es uno
No existe pureza en las costumbres. La
costumbre se forma en la vivencia, y la vivencia siempre es variada. De país a
país, de cultura a cultura, hay acaso puntos de encuentro, características
similares. Las costumbres van variando en el tiempo (y en el espacio).
El encuentro de culturas a la manera
antigua (conquistas, colonialismo) no difiere mucho de lo que sucede en la
actualidad. Las culturas se imponen, muchas veces, a través de los sistemas
económicos.
La costumbre de ser humano, tal como
la entendemos, no podría separarse del hacer económico. Se es lo que se tiene,
se comporta en relación al valor de lo que se tiene.
La economía dicta la moral. Y la
impone.
Se habla, con enorme razón, de la moral medieval como sistema de control
de la sociedad señalando la imposibilidad, por vía de la anulación, de ejercer
la libertad individual. La moral medieval es ejemplo del oscurantismo, de la
falta de prerrogativas éticas, del totalitarismo de entidades religiosas.
De la misma manera se habla de las
dictaduras del siglo XX. Por ejemplo, el
comunismo, aparece como la peor pesadilla de los demócratas. La corriente
liberal ilustrada se rasga las vestiduras ante los resquicios de un sistema que
consideran obsoleto, antihumano, y demás lindezas estigmatizadoras.
Pienso si acaso la actualidad, regida
por la mercadotecnia no anula también la
libertad más elemental: la de elección. La publicidad no sólo incita al
consumo, es también la constatación de la existencia. Tal pareciera que lo que
no se publicita no existe. No hay elección plena porque la opcionalidad se haya
limitada por la capacidad de ser en
el mercado.
Lo que hace falta es quizá, una
conciencia de la contradicción que somos, declarar con sobrada valentía nuestra
filiación anarco-capitalista sin temor al rechazo. El oxímoron siempre suscita
sorpresa y, muchas veces, incomprensión.
Hacer falta buscar otros nombres
porque con ese que llamamos libertad a lo que entendemos por libertad parece
que está aburridamente domesticado.
De Kavafis aprendí que el viaje era un
sueño, una aspiración de lo inalcanzable.
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