domingo, 26 de agosto de 2012

Apuntes hacia ningún sitio


Todo es uno

No existe pureza en las costumbres. La costumbre se forma en la vivencia, y la vivencia siempre es variada. De país a país, de cultura a cultura, hay acaso puntos de encuentro, características similares. Las costumbres van variando en el tiempo (y en el espacio).
El encuentro de culturas a la manera antigua (conquistas, colonialismo) no difiere mucho de lo que sucede en la actualidad. Las culturas se imponen, muchas veces, a través de los sistemas económicos.
La costumbre de ser humano, tal como la entendemos, no podría separarse del hacer económico. Se es lo que se tiene, se comporta en relación al valor de lo que se tiene.
La economía dicta la moral. Y la impone.

Se habla, con enorme razón,  de la moral medieval como sistema de control de la sociedad señalando la imposibilidad, por vía de la anulación, de ejercer la libertad individual. La moral medieval es ejemplo del oscurantismo, de la falta de prerrogativas éticas, del totalitarismo de entidades religiosas.
De la misma manera se habla de las dictaduras del siglo XX.  Por ejemplo, el comunismo, aparece como la peor pesadilla de los demócratas. La corriente liberal ilustrada se rasga las vestiduras ante los resquicios de un sistema que consideran obsoleto, antihumano, y demás lindezas estigmatizadoras.
Pienso si acaso la actualidad, regida por la mercadotecnia  no anula también la libertad más elemental: la de elección. La publicidad no sólo incita al consumo, es también la constatación de la existencia. Tal pareciera que lo que no se publicita no existe. No hay elección plena porque la opcionalidad se haya limitada por la capacidad de ser en el mercado.

Lo que hace falta es quizá, una conciencia de la contradicción que somos, declarar con sobrada valentía nuestra filiación anarco-capitalista sin temor al rechazo. El oxímoron siempre suscita sorpresa y, muchas veces, incomprensión.
Hacer falta buscar otros nombres porque con ese que llamamos libertad a lo que entendemos por libertad parece que está aburridamente domesticado.

De Kavafis aprendí que el viaje era un sueño, una aspiración de lo inalcanzable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario