La literatura
como espectáculo[i]
Qué es la literatura y cómo es la literatura contemporánea, son preguntas de una dificultad estrepitosamente importante.[ii] Primero porque la materia de estudio (análisis) es amplia[iii], luego, porque la inmediatez viene a complicarlo todo. A la distancia, es posible ver de un modo más o menos definitorio ciertos contornos. Cuando estamos inmersos, parece no haber límites –si los hay son inciertos.
Qué es y cómo. Esta indagación no puede ser
definitiva. Acaso un esbozo. La literatura es un ejercicio (manifestación) de
la libertad que, mediante el lenguaje escrito, plasma sus pretensiones
estéticas. Sin belleza (cualquiera que esta sea) ni libertad, no hay
literatura. Los regímenes autoritarios atacaron la creación literaria, torpemente
ejercieron la censura, nada lograron. La dictadura (masificadora) del mercado
parece que si están logrando acabar con la literatura o al menos,
transformarla.
Con las recientes implementaciones de campañas
promotoras de lectura se corre el riesgo
de promover la lectura por la lectura, esquivando la cuestión de aportar
elementos para la elección acerca de qué leer. Así, se promueve un fetichismo
lector. La lectura así promocionada hace hincapié en una literatura como
espectáculo pseudointelectual. La
literatura ya no es maestra del alma, es mero requisito de vanagloria.
Se piensa, quizá con razón, que la literatura
entendida como espectáculo, es ligera, carece de rigor, además de abordar del
modo más simple aspectos no fundamentales de la vida. La literatura como espectáculo,
no se arriesga a ser si-misma, sino que es siempre falsamente-otra: la
replicadora, replicante de lo ajeno. No responde a la una necesidad vital, se
hace sin más motivo que el mero lucimiento o el beneficio económico. El
espectáculo necesita del reconocimiento del lucro. La belleza destellante y
pomposa no puede estar desprovista de capital.
Leer nunca será malo. La maldad es no hacerlo
con sinceridad.
[i] Mario Vargas Llosa, autor de Pantaleón y las visitadoras (Episodio 37
de Imaginaria Jurídica), en su más reciente libro titulado La civilización del espectáculo, aborda al espectáculo con una
categoría de la cultura contemporánea. Curiosamente no aborda el tema de la
literatura, su tema, y las implicaciones que la espectaculización de la cultura
ha tenido en ella.
[ii] Es un escándalo tratar de definir lo indefinible. Es un escándalo
mayúsculo aprehenderlo.
[iii] No es posible decir “esta es La Literatura”. Acaso se muestran
intentonas de delimitarla. Se describen características generales: tópicos y
formas. En la actualidad, la literatura parece ser el tema de la literatura. El
orden del caos es la forma. El desafío no está en el hacer tanto como en el
comprender.
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