domingo, 20 de mayo de 2012

Apuntes hacia ningún sitio


Todo escrito es una batalla[1]

Estamos condenados a la infelicidad. Claro, si entendemos a la infelicidad como sinónimo de incompletud. La vida es movimiento, estado de perpetua transición. En ella nada se logra, todo es camino.

La felicidad no se alcanza, a ella se aspira. Del nacimiento a la muerte, su búsqueda da sentido a la existencia. Si se alcanza ya no es.

Sólo se es feliz en sueños. Solamente ahí, todo sucede en un instante[2]. La infelicidad, contraria a la felicidad, requiere tiempo. Somos seres del tiempo, seres en el tiempo.

La experiencia está llena de desventuras, huellas de que vivimos. La felicidad es un estado beatífico, característico de un estar-fuera-del-mundo. El infeliz es del mundo.

Hay también algo que podríamos llamar felicidades aparentes. El mundo  es, en gran medida, apariencia. Por tanto, hay felicidades del mundo. Efectivas, aunque no verdaderas.

Alcanzar la felicidad, es en todo caso, el fundamento de la esperanza. La esperanza es una sensación del mundo, lícita para los infelices.


* * * * *


Escribir es una batalla donde  lo importante no es ganar, sino defender con valentía aquello que nos parece importante. Que ganen los infelices; el que escribe lo hace mirando la historia.


[1]En el episodio 30 de Imaginaria Jurídica, abordamos la película “Batalla en el cielo” del director Carlos Reygadas. Esta reflexión no intenta explicar, sólo reflexionar sobre lo que considero la motivación principal de la acción.
[2] Pienso en Jorge Luis Borges que en sus colección de conferencias “Siete noches” editado por el Fondo de Cultura Económinca dedica una de ellas, La pesadilla, dice “Todo esto el soñador lo ve de un solo vistazo, de igual modo que Dios,desde su vasta eternidad, ve todo el proceso cósmico”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario